Verano, ¿dónde estás?

Ya está. Se acabó. Esto ha sido todo. Atrás quedaron las largas semanas de clase back-to-schoolempezando por un tedioso lunes y un más que esperado viernes, solo para concluir en un grandioso sábado y vuelta a otros cinco días de cansancio y aburrimiento. Atrás quedaron los fatídicos despertadores que nunca sonaban entre semana pero siempre en el fin de semana; los gritos incesantes de ama para ponerte la bufanda o la mas que temida bronca de aita por suspender alguna asignatura.

Recuerdo el primer día de colegio como si fuera ayer: las presentaciones, aspiraciones, nuevas amistades y los primeros pasos, casi a ciegas, hacia un futuro poco prometedor. Como poco a poco las semanas iban superponiéndose unas a otras sin ninguna chispa de emoción y los días pasaban de forma monótona y rutinaria.

Recuerdo las primeras presentaciones con los profesores, como se asemejaba aquello más a una rueda de prensa que a otra cosa: todos pendientes de lo que iban a decirnos y deseando que metieran la pata para asignarles un apodo de por vida; buscando al profe del año a quien designar la muletilla «me tiene manía» y encontrar cualquier situación injustísima basándose en esa supuesta lógica aplastante que todo adolescente creemos poseer.

Todo eso ya lo hemos dejado atrás, muchos ni se acordarán de ello, otros querrán olvidar la época escolar, para otros sera irrelevante… Pero de lo que no es consciente la gente es de la importancia que posee este curso, mucho más que los anteriores. No solo porque nos ayude a elegir que queremos estudiar sino que también es muy importante para saber hacia donde queremos dirigir nuestras vidas.

Pero de eso ya nos preocuparemos en septiembre del curso que viene, ahora toca despedirse de este. Una despedida que la preveo mas bien agridulce, de esas que te dejan mal sabor de boca y una sensación angustiosa en el estomago. Generalmente no somos muy buenos en las despedidas, muchas veces nos arrepentimos por no haber dado un abrazo en ese momento o no haber compartido nuestros sentimientos. Aunque la verdad sea dicha, después de un par de días la sensación de tristeza queda reemplazada por la alegría del verano.

Esto es así, la nostalgia que nos invadía al principio se desvanece en menos de dos días. En realidad nada nos impide el seguir manteniendo el contacto con aquellas personas que consideremos más afines a nosotros. Pero aun así, en pocas ocasiones lo hacemos. Entre los viajes, los intercambios, los amigos del pueblo y la necesidad de olvidar por completo todo lo relacionado a las clases, y muchas veces a Bilbao, hacemos todo lo posible por huir de esta ciudad. Ciudad que, durante el curso es tan acogedora y en verano se convierte en un infierno haga calor o lo mas probable, llueva.

Esto es así, al igual que la eternidad de las clases que parecen no acabar jamás y la rapidez con la que transcurren los días en verano; el control que llevamos a que día de la semana es durante el curso y la irrelevancia que coge en esta época del año tan calurosa; la necesidad de ser puntual e ir corriendo a todas partes en los días laborables mientras que en verano, el echo de llegar tarde a los sitios y tomarse los días con calma es prácticamente algo imprescindible.

Y concluyo con un llamamiento al verano, esa época del año que todos ansiamos y que prácticamente solo podemos pensar en ellos durante los 10 meses de frió invierno. Pero el verano no significa acabar las clases o el día 21 de junio, verano significa playa, sol, ponerse morena, gafas de sol y sobre todo calor. Así que verano, ya estás tardando.

verano

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